-Y me viene a la mente decir algo que puede ser una insensatez, o quizás una herejía, no sé. Francisco, Jornada Unidad Cristiana. Fénix, 23-V-15
Hæc est hora vestra et potestas tenebrarum (Lc.22:53)

domingo, 31 de marzo de 2013

Tres historias paralelas



Caín matando a su hermano Abel


El Génesis[1] relata el drama del primer asesinato. Fue un parricidio: el asesinato de Abel a manos de su hermano Caín.

"El hombre se unió a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a luz a Caín. Entonces dijo: «He procreado un varón, con la ayuda del Señor». Más tarde dio a luz a Abel, el hermano de Caín. Abel fue pastor de ovejas y Caín agricultor. 

Al cabo de un tiempo, Caín presentó como ofrenda al Señor algunos frutos del suelo, mientras que Abel le ofreció las primicias y lo mejor de su rebaño. El Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda, pero no miró a Caín ni su ofrenda.

Caín se mostró muy resentido y agachó la cabeza. El Señor le dijo: «¿Por qué estás resentido y tienes la cabeza baja? Si obras bien podrás mantenerla erguida; si obras mal, el pecado está agazapado a la puerta y te acecha, pero tú debes dominarlo». 

Caín dijo a su hermano Abel: «Vamos afuera». Y cuando estuvieron en el campo, se abalanzó sobre su hermano y lo mató.  

Entonces el Señor preguntó a Caín: «¿Dónde está tu hermano Abel?». 

«No lo sé», respondió Caín. «¿Acaso yo soy el guardián de mi hermano?». 

Pero el Señor le replicó: «¿Qué has hecho? ¡Escucha! La sangre de tu hermano grita hacia mí desde el suelo. Por eso maldito seas lejos del suelo que abrió sus fauces para recibir la sangre de tu hermano derramada por ti. Cuando lo cultives, no te dará más su fruto, y andarás por la tierra errante y vagabundo». 

Caín respondió al Señor: «Mi castigo es demasiado grande para poder sobrellevarlo. Hoy me arrojas lejos del suelo fértil; yo tendré que ocultarme de tu presencia y andar por la tierra errante y vagabundo, y el primero que me salga al paso me matará». 

«Si es así, le dijo el Señor, el que mate a Caín deberá pagarlo siete veces». 

Y el Señor puso una marca a Caín, para que al encontrarse con él, nadie se atreviera a matarlo. Luego Caín se alejó de la presencia del Señor y fue a vivir a la región de Nod, al este de Edén."

Tanto Caín como Abel sabían perfectamente cómo agradar a Dios, pero sólo Abel se esforzaba en hacerlo. Aún así, Dios se apiadó de los pecados de Caín y le corrigió. Pero, como única respuesta, Caín, no pudiendo matar a Dios mismo, mató a Abel, rechazando a Dios, haciéndose reo de Su Castigo. Es el primer antecedente de la traición y muerte de Jesucristo.

Todo Israel sabía perfectamente cómo agradar a Dios pero, obsesionados con sus tradiciones meramente humanas[2], sólo un resto se esforzaba por hacerlo.

Dios se apiadó de Israel y, tomado la sangre de su resto fiel, se encarnó en Hombre para corregirle. Pero, como única respuesta, Israel, no pudiendo matar a Dios Padre, mató la parte humana, israelita hasta la médula, de Dios Hijo, rechazando el Amor de Dios Uno y Trino, haciéndose reo de Su Castigo.

Los Evangelios[3] nos relatan el drama del único Deicidio posible: el asesinato de Jesucristo Nazareno, Rey de los Judíos[4], a manos de Israel[5], por medio de la traición de Judas Iscariote:

"Entonces los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el palacio del Sumo Sacerdote, llamado Caifás, y se pusieron de acuerdo para detener a Jesús con astucia y darle muerte. 
Pero decían: «No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el pueblo»... 
Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: «¿Cuánto me darán si se lo entrego?». 
Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo..."[6] 
"¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar». 
Jesús estaba hablando todavía, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. 
El traidor les había dado esta señal: «Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo y llévenlo bien custodiado». 
Apenas llegó, se le acercó y le dijo: «Maestro», y lo besó. Los otros se abalanzaron sobre él y lo arrestaron..."[7]
"Judas, el que lo entregó, viendo que Jesús había sido condenado, lleno de remordimiento, devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo: «He pecado, entregando sangre inocente». 
Ellos respondieron: «¿Qué nos importa? Es asunto tuyo». 
Entonces él, arrojando las monedas en el Templo, salió y se ahorcó. 
Los sumos sacerdotes, juntando el dinero, dijeron: «No está permitido ponerlo en el tesoro, porque es precio de sangre». 
Después de deliberar, compraron con él un campo, llamado «del alfarero», para sepultar a los extranjeros. Por esta razón se lo llama hasta el día de hoy «Campo de sangre» 
Así se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías[8]: 
«Y ellos recogieron las treinta monedas de plata, cantidad en que fue tasado aquel a quien pusieron precio los israelitas. Con el dinero se compró el Campo del alfarero, como el Señor me lo había ordenado»..."[9] 

Los católicos saben perfectamente cómo agradar a Dios pero, obsesionados con el Concilio de la "svolta antopologica"[10], sólo unos pocos, acordándose del Primer Mandamiento de la Ley de Dios, se esfuerzan por hacerlo. 

Dios se apiadó de los católicos modernistas, y les corrigió por medio de papas beatos (Pío IX), sabios (León XIII), santos (Pío X), y piadosos (Pío XI y Pío XII). Pero, como única respuesta, no pudiendo matar de nuevo a Jesucristo, lo sustituyeron por el hombre, haciéndose reos del castigo Divino.

Construyeron una Teología Nueva que sustituyó a Dios por el hombre y el Cielo por la Tierra. Una teología que insuflaron en los corazones de los fieles por medio del Novus Ordo, la liturgia de Babel.

Transcurrido medio siglo sin "porqué ni adónde"[11], ha llegado la hora de relatar el drama de otro asesinato: el de la liturgia, que constituye la Pasión de la Iglesia.

Hasta la próxima entrega, Dios mediante.

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[1] Gén. IV, 1-16

[2]  «¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: 
Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos (Is. XXIX, 13). 
Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres». 

Y les decía: «Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan tranquilamente el mandamiento de Dios...» (Mc. VII, 6-9)

[3] Mt. XXVI-XXVII, Mc. XIV-XV, Lc. XXII-XXIII y Jn. XVIII-XIX.
[4] Jn. XIX, 19-22.
[5] Mt. XXVII, 15-26; Mc. XV, 6-15; Lc. XXIII, 16-25; Jn. XVIII, 38-40; XIX, 1-16.
[6] Mt. XXVI, 3-5, 14-16.
[7] Mc. XIV, 42-46.
[8] Jer. XXXII, 6-9; Zac. XI, 12-13.
[9] Mt. XXVII, 3-10.
[10] Cornelio Fabro: "La svolta antropologia di Karl Rahner".
[11]

"Has apurado el plazo
que la noche te había concedido,
  
y a quien la luz ha de traer
ya lo conoces.

Si vuelves hacia casa,
con tus pasos /  
volverán sus pasos. 

Y a tu fatiga /
su fatiga habrá de acompañar.

La fiesta ha terminado 

y queda su enseñanza: /

como una vieja deuda contraída,
nada hay más imposible que escapar de nosotros.

Ya se aproxima el alba, 

y nadie ignora /

que todo plazo acaba por cumplirse,
que toda deuda acaba por pagarse."

Carlos Marzal: "El último de la fiesta", III
"Sin porqué ni adónde", Sevilla: Editorial Renacimiento, 2003, p. 46



4 comentarios:

Gallardo dijo...

Excelente articulo Cougar, hoy precisamente pude contrastar lo que usted señala, luego de asistir por segunda vez a misa tridentina y ayer a la vigilia pascual con el uso moderno (con guitarreo, ritmos, cantos, aplausos, danzas y enmotividades a flor de piel)la acción de Dios en la misa tradicional se refleja, se respira, se siente, no lo niego en la nueva, eso queda a los Teologos discernir, pero da la impresión de estar en algo de hechura humana.

Cougar Puma dijo...

Aprovechando su comentario, voy a hacer algunas consideraciones que creo que no estarán de más.

Como dice don Curzio Nitoglia, lo ideal sería acudir sólo a misas de doctrina sana y sacerdote en situación canónica correcta.

Por desgracia, dado el calamitoso estado de la Iglesia, no siempre es posible cumplir ambas premisas. Por eso, siempre y cuando el sacerdote no exija a sus fieles profesar doctrinas como el sedevacantismo, o les prohiba acudir al Novus Ordo, dado que el Código de Derecho Canónico ha sido hecho para los fieles y no al revés, siempre que esté válidamente ordenado, es más importante acudir al rito gregoriano que evaluar la situación canónica del sacerdote que lo oficia.

Por otra parte, nadie tiene autoridad para prohibir a un fiel acudir a una Misa válida del Novus Ordo. Pero que una Misa sea válida no quiere decir que sea lícita: el fiel que acuda al Novus Ordo ha de hacerlo por un motivo justificado como el desconocimiento o la imposibilidad física o moral de acudir al rito gregoriano. Todo fiel es responsable ante Dios de los efectos a largo plazo que el Novus Ordo pueda tener en su alma y en la de aquellos que están a su cargo.

No soy teólogo, así que no puedo dar argumentos teológicos contra el sedevacantismo. Lo que sí sé es que, a lo largo de dos milenios, Dios ha hecho que la Iglesia pueda hacer fácil lo difícil. Ni sus doctrinas ni sus sacramentos han sido nunca patrimonio de unos pocos. Por eso, Dios no va a permitir que desaparezcan la jerarquía, el sacerdocio y los sacramentos. Ahora bien, eso no quiere decir que esa jerarquía sea agradable a los ojos de Dios. Por eso, a pesar de lo corrompida que estaba la religión de Moisés, Jesucristo nunca puso en duda la validez del cargo de Caifás como Sumo Sacerdote del Sanedrín.

No pudiendo acudir al rito gregoriano, es mejor acudir al Novus Ordo que dejar de asistir a Misa. Pero que el Novus Ordo sea válido no quiere decir que sea lícito. Como dice don Curzio, una Misa Negra, realizada con la intención de profanar la Forma, no deja de ser válida por ser ilícita. Si, salvando la infinita distancia, ese razonamiento se puede aplicar a una Misa Negra, también se puede aplicar al Novus ordo.

Cfr. Don Curzio Nitoglia: "¿Es lícito acudir a una Misa oficiada por un sacerdote sedevacantista...?"

http://translate.google.com/translate?hl=es&sl=it&tl=es&u=http%3A%2F%2Fdoncurzionitoglia.wordpress.com%2F2012%2F10%2F01%2Fse-sia-lecito-andare-alla-messa-dei-sacerdoti-sedevacantisti%2F

Gallardo dijo...

"el fiel que acuda al Novus Ordo ha de hacerlo por un motivo justificado como el desconocimiento o la imposibilidad física o moral de acudir al rito gregoriano."

Pues bien a este respecto privan dos cosas, tengo un desconocimiento no justificado (he aplazado el estudio del rito antiguo) y por otro lado y como consecuencia moral de lo anterior no me he sentido digno de participar en ella, nada de eso es excusa, sin embargo luego de haber asistido por segunda vez a una capillita, con un sacerdote piadoso, ha sido un verdadero empuje de la Gracia para acudir mas dignamente a una proxima celebración, ademàs vivo en Costa Rica y hasta hace pocos años el movimiento Una Voce luego de encomiables luchas ha devuelto el interés mas no aún la regularidad de la misa (ya que el obispo guarda silencio y los parrocos no acceden sin el consentimiento del mismo) fue así que se celebró el año pasado la primera misa publica y la segunda este domingo de resurrección, según me dicen va a seguir celebrandose los proximos domingos y dias de precepto, Dios mediante así sea.

Cougar Puma dijo...

Desde la primera vez que me invitaron, sabiendo que era algo bueno, tardé más de dos años en asistir a una misa en rito gregoriano que se celebra todos los domingos a 6 km de mi casa (15 minutos en coche).

Y sólo empecé a acudir cuando ví cómo mi hijo mayor, con sólo 9 años, justo después de hacer la Primera Comunión, no se tomaba la Misa en serio.

Fue como gastar el último cartucho. Y funcionó. Vaya si funcionó. Poco a poco, sin darnos cuenta, ha cambiado las vidas de toda la familia.

Empezamos a asistir sin tener ni idea. Fue un verdadero "choque" cultural. Luego, tras comprar de segunda mano y estudiar un misal de 1951, fuimos aprendiendo a rezar con la Iglesia en su idioma.

Primero, la Salutatio Evangelica (Ave Maria). Luego, la Oratio Dominica (Pater Noster). Luego, el Confiteor (acto de contrición), el Salve Regina, la oración a San Miguel Arcángel, la oración de Fátima, el Credo, hasta poder rezar el Rosario.

Ahora estoy leyendo, meditando más bien, los Evangelios en latín. El de San Juan es impresionante.

Que yo sepa, ningún sacerdote de mi diócesis (vivo en España) ha oficiado nunca el rito gregoriano. Si podemos disfrutar de él es gracias a un padre misionero y a la amistad de un párroco que todavía tolera sus "excentricidades" litúrgicas.