Aunque el Novus Ordo sea válido y lícito, al igual que los anticoagulantes, siempre hay un buen motivo para evitarlo. Y aunque el Magisterio posconciliar sea perfectamente nutritivo sin por ello ser pozoñoso, al igual que el morcón con habas, resulta fácil intoxicarse hasta la muerte por colapso hipercolesterolémico.
Michael Voris muestra esas verdades elementales en "Church Militant TV" actuando "veluti si Vaticano II non daretur". Eso es práctico y está muy bien. Sin embargo, nadie enseña esas verdades a un nivel más especializado porque tendría que analizar públicamente ciertas partes de los documentos del Concilio Vaticano II y de los escritos de los Papas posteriores. Así, sin una guía docente segura, quien pretenda profundizar en el conocimiento del Magisterio moderno pronto acabará siendo intoxicado por sedevacantistas ultramontanos o neocones subjetivistas. No tengo que decir que, aunque no comparta las tesis de ninguno de los dos, me fío bastante más de los primeros que de los segundos.
Ciertamente, la FSSPX no se ha dejado intoxicar por los grupos sedevacantistas, a los que ha tratado sin miramientos. Sin embargo, tras una ingesta masiva de las píldoras vaticanas del dr. Conversaciones, ha sufrido una infección de Weltanschaaung liberal que le ha provocado un infarto, restándole el 25% de capacidad cardíaca. Por desgracia, nuestro paciente también ha sufrido un aneurisma que le ha provocado una afasia agravada por unos terribles efectos extrapiramidales, quedando mudo, babeante y temblecoso. Para colmo de males, la infección que había empezado en la cabeza, lenta pero inexorablemente, está convirtiéndose en una septicemisa. Y como ningún doctor se atreve a amputar la cabeza del enfermo, la prognosis resulta poco halagüeña.
Así pues, dada la previsible incapacidad laboral permanente del enfermo, este asilvestrado párvulo se pregunta dónde hallar fuentes seguras para estudiar el magisterio moderno. A este paso, ya sólo en el pasado.
A este paso también, pronto habrá que ampliar el hospital Ecclesia Dei para enfermos terminales por falta de camas. Y, ya también de paso, darle a su Director el Premio Nobel de Medicina porque no hay enfermedad ni paciente que se le resistan. Claro que, añadiendo pólvora a las papillas ¿qué otra cosa podíamos esperar...?
Michael Voris muestra esas verdades elementales en "Church Militant TV" actuando "veluti si Vaticano II non daretur". Eso es práctico y está muy bien. Sin embargo, nadie enseña esas verdades a un nivel más especializado porque tendría que analizar públicamente ciertas partes de los documentos del Concilio Vaticano II y de los escritos de los Papas posteriores. Así, sin una guía docente segura, quien pretenda profundizar en el conocimiento del Magisterio moderno pronto acabará siendo intoxicado por sedevacantistas ultramontanos o neocones subjetivistas. No tengo que decir que, aunque no comparta las tesis de ninguno de los dos, me fío bastante más de los primeros que de los segundos.
Ciertamente, la FSSPX no se ha dejado intoxicar por los grupos sedevacantistas, a los que ha tratado sin miramientos. Sin embargo, tras una ingesta masiva de las píldoras vaticanas del dr. Conversaciones, ha sufrido una infección de Weltanschaaung liberal que le ha provocado un infarto, restándole el 25% de capacidad cardíaca. Por desgracia, nuestro paciente también ha sufrido un aneurisma que le ha provocado una afasia agravada por unos terribles efectos extrapiramidales, quedando mudo, babeante y temblecoso. Para colmo de males, la infección que había empezado en la cabeza, lenta pero inexorablemente, está convirtiéndose en una septicemisa. Y como ningún doctor se atreve a amputar la cabeza del enfermo, la prognosis resulta poco halagüeña.
Así pues, dada la previsible incapacidad laboral permanente del enfermo, este asilvestrado párvulo se pregunta dónde hallar fuentes seguras para estudiar el magisterio moderno. A este paso, ya sólo en el pasado.
A este paso también, pronto habrá que ampliar el hospital Ecclesia Dei para enfermos terminales por falta de camas. Y, ya también de paso, darle a su Director el Premio Nobel de Medicina porque no hay enfermedad ni paciente que se le resistan. Claro que, añadiendo pólvora a las papillas ¿qué otra cosa podíamos esperar...?
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