-Y me viene a la mente decir algo que puede ser una insensatez, o quizás una herejía, no sé. Francisco, Jornada Unidad Cristiana. Fénix, 23-V-15
Hæc est hora vestra et potestas tenebrarum (Lc.22:53)

domingo, 13 de octubre de 2013

Veritas est adaequatio rei et intellectus

r.p. Jorge Mario Bergoglio, S.I., Franciscvs P.P. I

En primer lugar, el judaísmo. O más bien -por tratarse de una perturbación "interna" de la Iglesia-: el cristianismo "judaizante". Como bien lo destaca el padre [Alfredo Sáenz, S.I.], éste de los cristianos que "judaizaban" constituyó el primer gran "sacudón" que sufrió la Iglesia

Y fue una perturbación "interna", ya que se trató, precisamente, del nacimiento del cristianismo en su individualidad distinta del judaísmo: el desgarramiento del "cordón umbilical" de la Iglesia respecto de la Sinagoga. Esta separación no fue, y no pudo ser, una separación pacífica porque, igual que frente al paganismo, la Iglesia no podía dejar de ejercer aquí, frente a los "padres", su deber de apostolado. 

Y el deber de apostolado cristiano respecto al judaísmo obligaba al primero a condenar lo que a sus ojos constituía una desviación del judaísmo auténtico y una traición a la Alianza: porque, precisamente, en Cristo se verificaban las promesas dirigidas a la vieja Israel. Consecuentemente, la Iglesia debió recabar para sí la condición de verdadero Israel (Filipenses III, 3). 

Y la oposición a aquellos que "judaizaban" en el interior de la primitiva Iglesia era, en realidad, el rechazo a una actitud por la que ellos se apartaban, al "judaizar", de la verdadera Fe Judía. Por eso advierte San Juan a la Iglesia de Esmirna contra aquellos que "se llaman a sí mismo judíos y no lo son" (Apocalipsis, II, 9).

Para la primitiva Iglesia, la Sinagoga había caducado y la herencia de Abraham era recogida por ella. Ahora bien, nada podía enardecer más la inquina de los judíos recalcitrantes, que esta pretensión de la nueva "secta" de representar la ortodoxia judía contra ellos. 

Y esto fue la señal para el inicio de la primera "ola" o persecución, en la que tan sugestivamente se entrecruzan los embates contra la Iglesia procedentes de los judíos y del poder romano. Fue, sin embargo, y pese a esa connivencia con las autoridades romanas en la persecución contra la Iglesia, un conflicto "interno" o "desde dentro": desde dentro de la familia de la religión bíblica. (pp. 11-12)

Apuntemos, en primer lugar, a lo que podría ser en el presente una repetición de aquella "judaización" del cristianismo y de la Iglesia a la que el padre [Alfredo Sáenz, S.I.] apunta como el primer drama sufrido por ella. Sería, en esencia, lo que ya fue, sólo que en una dimensión mucho más grave. 

Judaización en la Iglesia sería todo intento en su seno por desvirtuar la diferenciación esencial entre cristianismo y judaísmo, y lo que es su consecuencia inmediata: la renuncia al deber esencial de apostolado frente a los judíos. Porque apostolado es obra de caridad, y la caridad impone decir la verdad

Cristianismo "judaizante" sería, pues, hoy, aquel que, en aras de una falsa caridad, callara hipócritamente esto que es convicción cristiana: que la Fe en el único Dios verdadero, el Yahvé del Antiguo Testamento, no es tal si no se conoce a Cristo como su  verdadera manifestación a los hombres. Porque "nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo da a conocer" (Lucas, X, 21). 

Cristianismo "judaizante" sería así, hoy, el que propagara imprudentemente este equívoco: que judíos y cristianos "adoramos al mismo Dios". (pp. 16-17)

Cfr. Federico Mihura Seeber: "introducción" a r.p. Alfredo Sáenz, S.I.: "La nave y las tempestades", Vol. I: "La Sinagoga y la Iglesia Primitiva". "Las persecuciones en el Imperio Romano". "El arrianismo". Buenos Aires: Ediciones Gladius, 2005, 2ª ed., ISBN:950-9674-61-3, 254 pp.

2 comentarios:

Eduardo Sebastián Gutiérrez. dijo...

Pero se agrava aún más la situación, cuando el obispito de roma afirma que no hay un Dios católico, sino Dios, equivalencia funesta con el islamismo, y todas las demás llamadas “religiones”, y para no perder clientes, ratifica a renglón seguido, que él sigue a Jesucristo, que a estas alturas, vendría a ser un familiar de “su Dios”, quizás un amigo de mucha confianza, o un puntero destacado.
Pero, ¿de qué nos extrañamos, cuando Antonio Caponnetto nos mostró con anticipación suficiente, qué clase de sujeto era Bergoglio? ¿No será acaso, que en la enfermedad espiritual de esta Apostasía en que vivimos, como consecuencia lógica, tocará en turno, el Cisma que se avizora inexorablemente?
Pido a Dios Nuestro Señor acorte estos durísimos momentos.

Cougar Puma dijo...

Éste es el artículo de Antonio Caponnetto en la Revista Cabildo, "Bergoglio desenmascarado", al que se refiere en su comentario Eduardo Sebastián Gutiérrez:

http://statveritasblog.blogspot.com.es/2013/03/bergoglio-desenmascarado.html

No tiene desperdicio. Es de lectura obligatoria.