
Una de las opciones de los hombres libres de Roma, además de la carrera militar, el ejercicio del derecho, o la docencia en una escuela de retórica, era la de acogerse al servicio clientelar. Al acogerse al patronazgo de lealtad otorgado por un pater familias, el cliente quedaba incorporado a su familia como miembro menor, sujeto a su autoridad por un compromiso de devoción clientelar.